miércoles, 27 de febrero de 2008

Parabola del Amor




"Te moldearé", le dijo el hacha
al pedazo de hierro mientras descendía
con toda su fuerza sobre uno de sus costados.
Pero a cada golpe que le daba
iba perdiendo su filo, hasta que después
de un rato aquella herramienta no pudo más,
había quedado completamente obtusa.

"Déjenmelo a mí", repuso el serrucho
mientras clavaba sus dientes en el pedazo de hierro,
los cuales fueron desapareciendo uno por uno.

"Yo me encargaré de modelarlo",
profirió con arrogancia el martillo,
mientras se burlaba de sus compañeros que habían fracasado.
Pero después de varios golpes
se le quebró el mango y se le desprendió la cabeza.

"¿Me permiten probar?,
inquirió humildemente una pequeña llama.
Los tres se rieron a carcajadas,
pero se lo permitieron porque estaban convencidos
de que también iba a fracasar.
Sin embargo, aquella llamita
cubrió el pedazo de hierro; no se desprendió de él,
lo abrazó y lo abrasó hasta volverlo blando
y darle la figura que quería.
Aquella pequeña llama
logró lo que las otras tres poderosas herramientas
no pudieron alcanzar.
Así es el amor.

Hay en el mundo corazones tan duros
que pueden resistir los hachazos de la ira,
los dientes del encono,
y los golpes de orgullo y del rechazo,
pero por más severo que sea el corazón de la persona,
no podrá resistir los embates del amor;
porque el amor es la fuerza más poderosa de este mundo.